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Hace unos días vimos con mi esposo la película “The boys in the boat”. Si ustedes son fanáticos de las películas inspiradoras y basadas en la vida real, esta película es para ustedes. Básicamente trata de un equipo juvenil de remo de 8 con timonel, de la universidad de Washington State.

Estos chicos eran inexpertos, sin conocimientos del deporte y sin recursos económicos; con toda clase de dificultades y oposición, son seleccionados para ir a representar a los Estados Unidos en las olimpiadas de 1936, en Berlín. Contra todo pronóstico, ganan la medalla de oro venciendo a los mejores equipos del mundo.

Me encantan las historias que parecen imposibles con finales triunfantes en contra de cualquier predicción. Me hacen recordar que en el caminar de nuestra vida cristiana iniciamos igual, llegamos sin nada, sin conocimientos, sin recursos, muchas veces nadie apostaría nada por nosotros. Sin embargo, el Señor nos mira con amor y mira diamantes que pueden ser procesados y llegar a brillar radiantemente.

Este deporte de 8 con timonel, consiste en que van 8 muchachos y cada uno de ellos maneja un remo y van sentados de espaldas a la popa, reman sin ver para donde van. Pero al frente, sentado en la proa, va el timonel. Este integrante del equipo no rema, debe ser liviano; él dirige, marca los tiempos, el ritmo y las estrategias a seguir. Él se encarga de llevarlos sanos y salvos hacia la meta.

Conoce a cada uno de los integrantes muy bien, sabe cuales son sus fortalezas y debilidades así que mientras los dirige, los anima y los corrige.

¡Que parecido tan grande con Cristo! Él nos guía, marca nuestro ritmo, nos dirige y además nos alienta y corrige. Él nos lleva seguros, no tememos a lo que pueda venir porque Él ya estuvo allí, sabe cómo guiarnos y llevarnos hacia la meta. Nuestra responsabilidad es mantener los ojos puestos en Él (Heb. 11:1) y estar atentos a las instrucciones que marca, si las seguimos llegaremos sanos y salvos porque Él nos da la victoria que ya obtuvo a nuestro favor.

Una de las características de este deporte, es que la tripulación debe remar de tal forma que parezca que son uno solo y no 8. ¿Cómo lo logran? manteniendo sus ojos y oídos atentos al timonel, como cada uno está siguiendo perfectamente la instrucción esa obediencia en común les da la sincronía que necesitan.

Puede ser que entre nosotros hayan muchas diferencias, pero cuando estamos conectados a Cristo y escuchamos su voz, Él hace que podamos trabajar en armonía y su amor, que es el vínculo perfecto, nos une.

Necesitamos trabajar en equipo. En Juan 17 se encuentra una de las oraciones más hermosas y conmovedoras registradas de Jesús a favor de sus discípulos. Como parte de esta oración dice:

Te pido que todos sean uno, así como tú y yo somos uno, es decir, como tú estás en mí, Padre, y yo estoy en ti. Y que ellos estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste..(v. 21)

Que sean uno, que vayan juntos, que remen hacia una misma meta, que ninguno vaya solo, que sean un equipo.

Los discípulos eran tan diferentes entre sí, sin embargo sabían que era importante que caminaran y trabajaran juntos, no sabían que su trabajo en equipo bajo la dirección del Espíritu Santo los llevaría a establecer los cimientos de la iglesia cristiana, que han permanecido a través de los años y ha traspasado fronteras que ellos nunca se llegaron a imaginar.

Recordemos que somos un equipo, bajo la dirección de Cristo para llevarnos a cumplir su prósito:

“... una familia escogida, son sacerdotes reales y son una nación santa. Son un pueblo que Dios compró para que anuncien sus obras extraordinarias; él fue quien los llamó de las tinieblas a su luz maravillosa.” 1 Pedro 2:9

Zita González de Vásquez

Zita es guatemalteca, esposa y madre , con 17 años de residir en Puerto Barrios Izabal, dirigiendo junto a su esposo David, Mision el Faro, sirviendo al pueblo de Izabal. Maestra y psicóloga clínica.

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