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¿Por qué importa la identidad de Jesús?

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¿Quién es Jesús? Es impresionante la cantidad de respuestas que se le puede dar a esta pregunta. Cada persona podría dar una respuesta personal y distinta. Cada persona podría hacer un Jesús a su medida y conveniencia. A algunas personas ni siquiera les importa mucho responder esta pregunta.  Pero esta pregunta es de suma importancia porque Jesús es de suma importancia. No es cualquier persona. La disciplina que se encarga de responder a esta pregunta se llama Cristología.

El estudio de la Cristología tiene un impacto personal e individual en cada persona y dado que las familias y sociedades se componen de individuos, el estudio de la Cristología tiene un impacto social y global. El estudio de la Cristología es relevante para todas las áreas de la vida porque si Jesús es quien dijo ser, es Rey sobre todo lo creado y merece la lealtad de los seres humanos. Así que el estudio de la Cristología impactará la ética de trabajo, las relaciones familiares, la manera de conducirse en la sociedad, las cosas a las que las personas aspiran y consideran importantes, dignas de tiempo y esfuerzo.

Para la iglesia, el estudio de la Cristología es fundamental. La iglesia nació, creció y se define en base a la persona y obra de Jesús. La misión de la iglesia, hacer discípulos de todas las naciones, se basa en las palabras de un Jesús que posee toda autoridad en los cielos y en la tierra (Mateo 28:18-20). El contenido de las enseñanzas para hacer discípulos de Jesús se nutre de la identidad de Jesús. Se enseña precisamente esto, quién es Jesús, qué hizo, qué se debe hacer en respuesta a ello y cómo se debe seguirlo e imitarlo.

Las misiones y el evangelismo dependen completamente de la identidad de Jesús. Es debido a quién es Jesús, que la iglesia llama a personas de todas las naciones y trasfondos para que se arrepientan y lo sigan a Él. El contenido de los himnos que se cantan, reflejará inevitablemente el estado de la Cristología de una iglesia. Si es profunda o simple, fiel o infiel al testimonio de las Escrituras. Una Cristología profunda y fiel a las Escrituras mantendrá a la iglesia y la predicación vivas.

Quizá no sea exagerado decir que el estudio de la Cristología definirá la manera en la que se percibe la realidad y se define lo bueno y lo malo. Porque creer que Jesús es Dios y que regresará un día para juzgar al mundo con justicia, impactará la manera en la que se vive. Influenciará cómo se define lo bueno y lo malo. Despojar a Jesús de su autoridad o de su poder, dejará a la sociedad un moralismo relativista. Despojar a Jesús de su divinidad, dejará un Dios inaccesible y desconocido. Despojar a Jesús de su humanidad, dejará un dualismo en el que se desconecta la espiritualidad y moralidad del mundo físico y material. Es por todo esto que el estudio de la Cristología tiene relevancia para toda persona, para la totalidad de la vida, para siempre.

Entonces, ¿quién es Jesús? Para responder esta pregunta es necesario conocer el contexto de Jesús y reconocer que es parte de una historia que ya venía contándose. También es necesario escuchar a Jesús mismo hablar y ver sus acciones. Jesús fue un hombre judío del primer siglo que forma parte de la historia de Israel y cuya identidad es definida por las Sagradas Escrituras. Como dice Christopher Wright:

“El Antiguo Testamento es mucho más que una caja de promesas, llena de benditas predicciones acerca de Jesús. Es principalmente una historia, la historia de las actuaciones de Dios en la historia humana de la que nacieron esas promesas, y únicamente en relación a la cual tienen sentido… Cuanto más profundamente entendamos las Escrituras que usó Jesús, más nos acercaremos a sus pensamientos. Y lo que es más, obtendremos un mayor entendimiento de nuestra misión a la luz de ello.[i]

Jesús fue muchas cosas. Fue un revolucionario social, pero no de la manera típica. Fue un hacedor de señales y prodigios, pero no de una manera común. Fue un predicador y maestro sabio, pero no de la manera convencional. Y no solo fue cada una de estas cosas, sino todas ellas (y más) al mismo tiempo. Vivió en una época compleja de la historia llena de tensiones y expectativas. Algunos lo consideraron un profeta más, otros un charlatán o endemoniado, otros quisieron hacerlo rey por la fuerza, otros quisieron aprovecharse de Él. Algunos lo siguieron y otros lo rechazaron.

La fuente principal que se tiene para conocer al Jesús histórico son los cuatro evangelios del Nuevo Testamento. Como dice John P. Meier:

“Es que, encima, este judío marginal de una provincia marginal situada en el extremo oriental del Imperio Romano no dejó escritos propios (como hizo Cicerón), ni monumentos arqueológicos u objetos (como hizo Augusto), ni nada que venga de él sin intermediarios”[ii].

Los evangelistas escribieron sin una agenda secreta, escribieron para que sus lectores creyeran que Jesús era el Mesías prometido y esperado por siglos por el pueblo de Israel. Escribieron para que creyeran que Jesús era el Mesías que aplastaría la cabeza de la serpiente, el nuevo y mejor Adán, el Profeta, Sacerdote, Rey y Mediador que necesitaban. El Cordero sustituto en el cual cae el peso y juicio de la maldad humana. El Hijo de Dios, Dios mismo encarnado.

Jesús es todo lo que nosotros no somos pero necesitamos y debemos ser. Jesús es un ser humano completo, perfecto, sabio, humilde y generoso. Jesús es Dios mismo con nosotros. Jesús es quien come con pecadores, quien dignifica a las mujeres, quien ama a los niños, quien recibe a todos los que se acercan con humildad sin importar su trasfondo. Jesús es quien perdona pecados y transforma individuos. Jesús es nuestro representante ante Dios, el hermano mayor de una nueva humanidad. El siervo humilde que fue exaltado hasta lo sumo y merece toda nuestra devoción.

[i] Wright, C. J. H. (1996). Conociendo a Jesús a través del Antiguo Testamento: Redescubriendo las raíces de nuestra fe.

[ii] Meier, J. P. (2003). Un judío marginal: Nueva visión del Jesús histórico.