Embarazo y fornicación: ¿cuál es el pecado?
El salmo 51 es uno de mis salmos preferidos, vemos a un hombre derramando su corazón delante de Dios después de haber sido confrontado por su pecado. El rey David, el hombre conforme al corazón de Dios, pecó gravemente al tener relaciones sexuales con una mujer casada y asesinar al esposo de esta mujer.
Como resultado de tener relaciones sexuales con esta mujer, ella quedó embarazada. Natán, el profeta que Dios envió a confrontar a David, le muestra cómo cometer adulterio y asesinato, fue su pecado. Pero el embarazo, la vida formada dentro del vientre de Betsabé, no fue un pecado sino creación divina, formada y entretejida por las manos amorosas de un Dios santo.
En esta historia, Dios escogió que la consecuencia del pecado sería la muerte del hijo de David y Betsabé. Dios decidió esto y Dios determinó el tiempo en el que terminaría esta vida. Pero en ningún momento en el relato vemos que el pecado de David fue el embarazo que se produjo de la relación sexual que tuvo con Betsabé.
1) Veamos qué dice la Biblia acerca de la fornicación:
Huid de la fornicación. Todos los demás pecados que un hombre comete están fuera del cuerpo, pero el fornicario peca contra su propio cuerpo. 1 Corintios 6:18
Dios quiere que sean santos; que no cometan inmoralidades sexuales; que cada uno aprenda a controlar su propio cuerpo de una manera santa y respetuosa; que no se dejen llevar por los malos deseos, como hacen los paganos que no conocen a Dios, y que nadie le haga daño a su hermano ni se aproveche de él en este asunto. 1 Tesalonicenses 4:3
Vemos claramente que el Señor nos pide HUIR de la fornicación, controlar nuestro cuerpo y no aprovecharnos de nadie en el área sexual. También vemos que el fornicar es un pecado. Tener relaciones sexuales fuera del matrimonio es algo condenado por Dios y que requiere nuestro arrepentimiento. Dios diseñó las relaciones sexuales para darse dentro del pacto matrimonial, un espacio de compromiso y estabilidad para la formación de los hijos.
2) Veamos qué dice la Biblia acerca del embarazo.
Entonces el SEÑOR visitó a Sara como había dicho, e hizo el SEÑOR por Sara como había prometido. Y Sara concibió y dio a luz un hijo a Abraham en su vejez, en el tiempo señalado que Dios le había dicho. Genesis 21:1-7
Porque tú formaste mis entrañas; Tú me hiciste en el vientre de mi madre. Salmo 139:13
No fue encubierto de ti mi cuerpo, Bien que en oculto fui formado, Y entretejido en lo más profundo de la tierra. Mi embrión vieron tus ojos, Y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas Que fueron luego formadas, Sin faltar una de ellas. Salmo 139:15-16
El embarazo es algo que Dios produce, Él es el único que crea vida dentro de los vientres de mujeres. Vemos cómo Dios visitó a Sara y ella concibió, vemos como el salmista dice que Dios formó sus entrañas dentro del vientre de su madre y su cuerpo fue formado por Él. Esta es una realidad para el salmista y para cada vida creada por Dios en este universo.
El contraste es abismal, Dios llama pecado a la fornicación y se presenta como el autor de la vida.
3) La necesidad de arrepentimiento y la necesidad de abrazar el regalo de la vida
Necesitamos arrepentirnos de nuestros pecados y confesarlos para hallar la misericordia de Dios. Pero debemos entender la diferencia, el embarazo no es el pecado, ni la consecuencia. Es el autor de la vida quien determina en Su soberanía que aun en medio de una circunstancia manchada por pecado, se produzca una bendición como lo es la vida en el vientre materno.
La madre y el padre pueden arrepentirse del pecado de la fornicación y ser limpiados completamente por la gracia de nuestro Salvador. No hay necesidad de sentir vergüenza del embarazo, o acarrear malos sentimientos a la etapa del embarazo y nacimiento del hijo, porque en el evangelio nosotros encontramos a un Dios amoroso, que dio su vida de perfección por nosotros y no nos condena por nuestros pecados, sino nos libera de esa culpa. Él nos dio su perdón y su sangre derramada en la cruz nos limpia de todo pecado. Somos libres para disfrutar la vida abundante de perdón que Dios nos regala.
Como Iglesia somos llamados a ver con misericordia al pecador que se arrepiente y restaurarlo a una sana relación con su creador. Tenemos dos tareas, no minimizar el pecado y al mismo tiempo, magnificar la excelencia de la gracia de Dios al redimir a pecadores.
Debemos abrazar, celebrar, proteger y disfrutar la vida que Dios determinó crear. Apoyar a mujeres embarazadas y celebrar la vida formándose en su vientre es nuestro deber y responsabilidad.