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Crisis política en Guatemala: Un llamado a la unidad

Foto Adobe Stock

Exhorto, pues, ante todo que se hagan plegarias, oraciones, peticiones y acciones de gracias por todos los hombres, por los reyes y por todos los que están en autoridad, para que podamos vivir una vida tranquila y sosegada con toda piedad y dignidad. Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al pleno conocimiento de la verdad.   1 Timoteo 2:1-4

Este fue el pasaje bíblico con el que nos comisionaron al final del servicio del domingo, antes del lunes en que se vivió un día lleno de bloqueos, protestas y manifestaciones en su punto más álgido, aun cuando hace semanas se habían visto en diferentes puntos del país. Ese lunes amanecimos con noticias sobre manifestaciones y protestas pacíficas, pero también con bloqueos, hechos violentos, actos vandálicos y hasta heridos. Guatemala atraviesa una de las crisis políticas y sociales más complejas de los últimos años. Me pareció tan atinado el pasaje y lo he estado meditando estos días.

Personalmente, no simpatizo ni concuerdo con el partido Movimiento Semilla, pero entiendo y he visto cómo las autoridades en el poder han encaminado todas sus acciones y actitudes para que los ciudadanos estén aburridos y hartos de tantos actos de injusticia y corrupción.

En política no hay persona que no tenga su propia agenda, no hay acciones sin intenciones premeditadas y no hay “movidas” políticas que no sean estratégicas ni pensadas… Independientemente de esto, como se ha evidenciado en las urnas (nos guste o no) el pueblo de Guatemala eligió nuevas autoridades y es parte de vivir en una democracia que, aunque muy precaria, es un sistema bastante transparente y sano (yo lo viví de primera mano en 2015).

Estos últimos días han sido muy tensos e inciertos. Tanto a nivel colectivo como a nivel personal. El cambio en nuestras rutinas nos afecta tanto y nos damos cuenta que damos por sentado muchas cosas que nos hacen la vida más fácil. Entiendo que para que haya cambios políticos importantes y serios, se han hecho cosas que seguramente hacen incomodar al pueblo de la época. Así lo evidencia la historia y es importante ver el panorama completo para no perdernos al quejarnos porque nuestra burbuja se afecta.

Sin embargo, es importante no perder de vista que antes de ser ciudadanos guatemaltecos tenemos una identidad superior: hijos de Dios, cristianos, redimidos. Esto importa, importa porque cambia el lente con el que vemos todo, cambia y transforma nuestra cosmovisión y la manera en que nos pronunciamos sobre la coyuntura.

Luego de publicar este versículo en mi Twitter, una hermana de mi iglesia me comentó: “¿Y qué peticiones deberíamos hacer?” Comparto los puntos que respondí:

·       Paz y tranquilidad para vivir.

·       Que Dios guarde a nuestra familia, hermanos y a los manifestantes.

·       Que el conflicto se resuelva de manera pacífica.

·       Que Dios mueva el corazón de los que están en el poder a actuar de manera íntegra y correcta.

·   Que no triunfe la anarquía y el desorden que promueven grupos radicales que se han mal aprovechado de protestas pacíficas.

·       Que Dios ilumine y guíe a los líderes de hogares para cuidar de su familia.

·       Que como cristianos identifiquemos cuándo podemos ejercer desobediencia civil.

·       Que practiquemos el amor al prójimo y al vulnerable en estas situaciones de caos.

·       Que no seamos indiferentes al dolor, injusticia y corrupción. Pero, sobre todo,

·       Que demos gloria al Señor en lo que hagamos o dejemos de hacer.

¿Cuántos hemos orado de esta manera estos días? Independientemente si estamos de acuerdo con el presidente o no, con el resultado de las elecciones o no, con las manifestaciones o no, etc. Considero necesario dejar la polarización política (que no debería existir en los cristianos) y que nos unamos a orar como decía Pablo a Timoteo: para que podamos vivir una vida tranquila, en paz, en dignidad. Para que los gobernantes puedan ejercer su autoridad de manera íntegra, honesta y justa.

Teniendo en cuenta que pase lo que pase Dios en su soberanía permite cada cosa para Su gloria y para nuestro bien y que cada uno de nosotros debe ejercer su autonomía e influencia de manera sabia e inteligente, pensando siempre en nuestro objetivo supremo como hijos de Dios: compartir y expandir el evangelio.