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5 cimientos que llevan a comprometer la ética sexual

PRIMERA PARTE

Cada semana parece que nuevas estrellas de la Música Cristiana Contemporánea, antiguas celebridades cristianas o graduados de universidades cristianas anuncian la “evolución” de sus creencias sobre el cristianismo y cómo su viaje de “deconstrucción” les lleva a reconsiderar o abandonar los principios de la fe en los que antes creían. Algunos de estos viajes son reflexivos y, en última instancia, luchas constructivas que resultan en una fe más duradera y ortodoxa. Otros son viajes cínicos, reaccionarios y dan lugar al abandono de la fe. Diversos “temas”, son los catalizadores de estos viajes de deconstrucción, pero en mi experiencia hay uno que destaca como la pieza de Jenga que más probablemente hará que se derrumbe toda la torre de la fe: la ética sexual bíblica.

En el paisaje del cristianismo occidental contemporáneo, la mayoría de los caminos que se alejan de la fe ortodoxa viajan a través de una parada en boxes cada vez más popular llamada “afirmación LGBTQ+”. Es una parada que no sólo cambia la ruta, sino que reconfigura todo el mapa. Si ignoramos, desechamos o cuestionamos lo que dicen las Escrituras sobre el sexo y la identidad, naturalmente nos inclinamos a un cuestionamiento más profundo de la autoridad de las Escrituras y a una fe cada vez más débil. Sin embargo cada vez más cristianos, incluso los que están empapados de las Escrituras y se han criado en la iglesia desde una edad temprana, están recorriendo esta ruta. ¿Porqué?

 Cimientos inestables

Aun cuando todos los caminos eventualmente conduzcan a la línea en la arena de la ética sexual, no todos se originan en el mismo lugar. Es útil considerar algunas de las diferentes y sutiles formas que puede adoptar el cristianismo, que al principio pueden parecer benignas, pero que más tarde pondrán al cristiano en una situación comprometedora.

 La fe de consumo es una vía rápida hacia una fe comprometida

 1.     Consumista

Tal vez la distorsión más extendida del cristianismo (al menos en la cultura occidental actual) es una orientación consumista que entiende la fe sobre todo en términos de auto mejora, “¿qué hace por mí? Se trata de una fe de shopping de iglesias, en la que el creyente busca la “iglesia perfecta para mi” como el par de pantalones perfecto. Y como todo en el consumismo, es una fe arraigada en los supuestos del individualismo y profundamente orientada a la comodidad. La fe es estupenda en la medida que añade, pero no resta a mi vida; en la medida en que tiene beneficios, pero pocos costes. La fe es plausible en la medida en que no impida mi autonomía ni ponga límites al “verdadero yo” que quiero expresar a mi manera. Esta fe prospera en contextos en los que las creencias cristianas no son controversiales, las prácticas cristianas no son contraculturales y en los que ir a la iglesia es una ganancia neta (o neta neutral) para el propio estatus social.

2.     Pragmática

La tendencia pragmática proviene de una buena motivación: ser lo más eficaz posible desde el punto de vista de la evangelización. Es el tipo de fe que dio origen al movimiento sensible al buscador, a las mega iglesias, a la iglesia emergente, al cristianismo hípster y a otras estrategias misioneras o de siembra de iglesias. Muy atenta a las necesidades, a la opinión pública y a “encontrar a la gente donde está”. Esta fe orientada al exterior y a las relaciones públicas tiene buenas intenciones -hacer lo que sea necesario para llenar los bancos y ganar a los perdidos- pero a menudo tiene malos resultados.

3.     Político

Cuando las afiliaciones políticas y las creencias teológicas se fusionan, las segundas se ven inevitablemente moldeadas por las primeras y puestas al servicio de éstas. Esto crea una situación en la que los cristianos pueden “cambiar de opinión” sobre algún tema por razones políticas (ya sea cambiando de partido o cambiando junto con su partido actual) o se ven obligados a “repensar” la enseñanza de las Escrituras sobre el tema con el fin de servir a los propósitos políticos.

4.     Emocional (“Todo corazón”)

Sin duda, las emociones son vitales en un cristianismo sano. Pero una fe excesivamente emocional puede ser inestable. Esta es la fe centrada en gran medida en la experiencia: una alabanza o adoración conmovedora, los sermones conmovedores, las experiencias de éxtasis espiritual. Si “ya no siento la iglesia” o si empieza a ser aburrida, es un problema. Esta fe de “sólo buenas vibras” también tiende a evitar la contemplación del juicio de Dios, prefiriendo concebir a Dios como una figura que siempre abraza, parecida a Santa Claus o al Sr. Rogers (protagonista de un programa para niños).

5.     Cerebral (“Todo razón”)

La doctrina y el conocimiento bíblico son ciertamente vitales en un cristianismo sano. Pero una fe demasiado cerebral puede ser problemática, especialmente cuando la “creencia correcta” está divorciada del resto de nuestras vidas y tiene poca relación con esta. Algunas formas de cristianismo pueden enfatizar la catequesis y la enseñanza sólida, pero si no está conectada con la formación y las vidas visiblemente moldeadas por esas creencias, es una receta para el desastre. Demasiados cristianos conocen las respuestas correctas, pero no viven correctamente. Demasiadas iglesias no unen adecuadamente las creencias y el comportamiento. Esta desconexión es mortal para una fe sostenible en una cultura cambiante.